Era las últimas palabras que
esperaba oír esa mañana. Serían las 6:00 h y estaba amaneciendo.
Lamentablemente, me habían costado muchas copas y horas de cortejo el acabar
desnudo en la habitación de aquella rubia despampanante, para terminar, oyendo
el estrépito de un fracaso. ¡Puta mierda de suerte!
Pero empezaré por el principio,
me llamo Alberto, tengo 22 años. Había acabado recientemente mis exámenes
universitarios de segundo año y regresado a mi ciudad natal, Cartagena. Esa
noche la tenía marcada en rojo desde hacía mucho. Me había propuesto salir
hasta que reventar y descargar la tensión acumulada durante meses.
La chica que acababa de decirme
estas tristes palabras acababa de conocerla. Tengo que confesar que, desde que
la había visto entrar en la discoteca junto con sus dos amigas, se me había
puesto dura. No fue ningún flechazo, no escuché ningún coro de ángeles, ni
tampoco se paró el tiempo. Sencillamente, iban las tres vestidas de tal forma,
que en algunos prostíbulos las habrían llamado la atención. Yesica, así se
llamaba la niña, Yesica con Y, llevaba unos pequeños short blancos, tan cortos
que por abajo la asomaban los mofletes del culo, y una camiseta roja de
hombreras, en cuya parte superior asomaban, ayudadas por un sujetador una talla
más pequeña, dos pequeñas manzanitas que todos los presentes soñábamos con
morder desde el momento que hicieron su aparición.
Nosotros éramos un grupo de
cuatro chavales, que acudimos a ellas como moscas a la miel. ¡Nos prestaron
atención! Lo cual fue un acontecimiento para cuatro estudiantes como nosotros
con pocos recursos y menos experiencia en los ligues nocturnos. Nuestra
sorpresa fue en aumento cuando después de dejarnos invitarlas se sentaron a
nuestro lado. Eran muy populares en el local y parecían disfrutar con bailes y
movimientos procaces hacia nuestras humildes personas. Siempre he pensado que
se juntaron con nosotros por darle en los morros a algún otro u otros grupos de
chavales. En fin, a ninguno de nosotros nos pareció mal.
También estuvo claro desde el
primer momento que la conversación con ellas no iba a ir sobre física
cuántica, ni íbamos a meternos en los procelosos mundos de la esencia, la
existencia y la sustancia. Eran por resumir tres "chonis", pero no
precisamente "poligoneras". También quedaba claro que disponían de
pasta, al contrario de nosotros, humildes estudiantes sin blanca.
Si nos centramos en La Yesi, como
la llamaban sus amigas, era todo un bombón cuya presencia me intimidaba, pero
aquella noche era mi noche, estaba dispuesto a hacer lo que fuera y si eso
incluía el tirarme a una tía con el cuerpazo de La Yesi, pues miel sobre
hojuelas. Tras muchas horas de cortejo y paciencia, aguantando sus coqueteos a
otros maromos y el baile con moscones, cuando creía que otra vez me iría a casa
solo... nos empezamos a besar tras una columna. Así, sin más, todavía no sé cómo
pasó, pero en aquella discoteca mis manos entraron bajo su camiseta, abarcando
una cintura pequeña, con una piel suave como la seda y mi lengua recorría cada
rincón de su boca. La arrimé con fuerza a mi pene para que notase su dureza y
disfrutar cada movimiento de su cuerpo al rozar sobre ese trozo de carne a
punto de reventar de calentura. Desde ese instante me olvidé del resto de mis
amigos y creo que ella también de sus acompañantes, porque poco después me
invitaba a ir a dormir en su casa. ¡Vaya subidón!
Pensaba que iríamos a una casa
donde vivieran dos o tres tías con los cacharros sin fregar o algo peor, aunque
estaba seguro que no sería un piso de estudiantes. Quizás fuera una casa en un
barrio periférico, donde su familia se ganará el dinero a espuertas pasando
farlopa, pero esa noche iba de sorpresa en sorpresa. Me dio las llaves de un
Audi A3 deportivo nuevecito que tenía en un parking cercano y me dijo que si
podía conducir yo, pues ella iba un poco bebida. Yo también, pero los tíos
somos así de gilipollas, si nos paran siempre podemos decir "señor agente
en mi descargo tengo que decirle que aunque dé positivo, yo solo pensaba en
echar un polvo."
De ahí hasta su casa todo fueron
posturitas para mostrarme lo más íntimo de su anatomía. ¡Que me llevase al
mismísimo infierno, pero yo a esa se la pensaba clavar hasta las amígdalas!
Cogimos la carretera de
Tentegorra y no metimos en una urbanización bastante exclusiva oculta entre la
vejetación. Después de pasar la cancela empezó a meterme descaradamente mano
para que lo viera el vigilante. Desde luego sabía cómo calentar a un tío. A un
tío y a todo un estadio de fútbol, porque el segurata no la quitaba ojo y yo no
veía la hora de descargar mis testículos en algún lugar de su cuerpo.
Una vez en su habitación se
desnudó en un visto y no visto. Dada la poca ropa que llevaba no era difícil.
Yo tardé un poco más. Me extrañó al levantar la cabeza, después de quitarme los
pantalones, que con el calor que hacía se hubiera tapado con una sábana y, más
aún, después de haberla visto medio desnuda toda la noche. "Será cosa de
seguir jugando" pensé.
Cuando entré en la cama con la
verga a punto de estallar pude observar que todavía llevaba un pequeño tanga
puesto. Lo deslicé sobre sus muslos agarrándolo por la boca y aspiré el
profundo olor de su coño. ¡Por fin lo veía! Lo imagina, estaba totalmente depilado.
Como toda ella. Ya me dijo durante la noche que no se dedicaba a nada. Ni
trabajaba, ni estudiaba, con lo que se debía dedicar todo el día al cultivo de
su cuerpo y, la verdad, eso sabía cómo hacerlo. ¡Qué belleza! ¡Qué cuerpo! ¡Qué
melena rubia! ¡Qué ojos verdes! ¡Qué labios, rojos como fresas! Cintura de
avispa, senos pequeños y firmes, coronados de un pezón sonrosado. ¡La ostia! Un
manjar para dioses.
Me puse a su lado para tocarla y
jugar un rato, pero me apremió para que me subiera sobre ella. Bueno,
pensé "va cachonda perdida y quiere un polvo rápido", pues lo iba a
tener. Pero para mi sorpresa, todo el cachondeo que llevaba antes de entrar a
su habitación, se desvaneció en un instante. No se movió, solo puso las manos
sobre mi espalda y abrió sus piernas. Puse mi polla sobre sus labios y apreté
suavemente. Difícil entrar. La lubricación era escasa. Agarré mi miembro para
que lograra su objetivo. Tras alcanzarlo empecé a empujar con suavidad. Entró
hasta la mitad. Ella cerró los ojos y volteó su cara hacia la ventana. El
maldito polvo tenía un cierto regusto a necrofilia y a los dos o tres minutos,
la frese de marras.
- "¡Me haces daño, salte!
Quita de encima, por favor."
Después fue difícil volver a
hablar con ella, solo recuerdo que me dijo
"Vamos a dormir, luego te
llevo a casa" y me dio la espalda.
¡Vaya toalla! ¿qué hacía yo allí,
en el culo del mundo, sin coche, sin poder coger un autobús, durmiendo con una
persona que apenas conocía y que al parecer quería poca relación
conmigo?."
Cuarto de hora mirando al techo y
ella ya dormía profundamente. No cabe duda que mi presencia o mi estado de
ánimo no la alteraba en absoluto. Egoísta de mierda. Me levanté, me puse unos
calzoncillos por no andar en bolas por su casa, aunque hacía un calor de mil
demonios y me había dicho que no había nadie. Pensé en ir a la cocina. Tenía un
hambre de cojones y el estómago revuelto después de tantas copas.
La casa es enorme. Recorrí un
pasillo, bajé unas escaleras, atravesé el enorme hall y a la izquierda vi una
puerta acristalada por la que pude ver una fila de electrodomésticos. Entré,
abrí el frigorífico cogí una botella de leche y cuando me dirigía acoger un
vaso. ¡Ostia! ¡Una mujer!
- "Hola ¿quién eres?
¿un amigo de Yesi? Soy su madre, Isabel."
Pensé ¡vaya cagada! Dando vueltas
por la casa en gayumbos y, lo que es peor, con una erección del quince y me
encuentro con su madre ¿Aparecerá ahora el resto de la familia?. Y para
terminar de empeorar el cuadro, la vestimenta de la madre no me iba a ayudar a
trasladar la sangre desde mi polla al cerebro. Llevaba un camisoncito blanco
como de encaje, corto, semitransparente, que tapaban escasamente unas enormes
perolas y unas caderas grandes, al menos comparadas a las de su hija, a la que
no se parecía en nada. Morena, ojos negros, piel muy morena y mucho más ...
¿turgente?¿prominente?. no se el calificativo exacto, pero si os digo que yo
veía mucha carne y muy bien puesta.
Me dio dos besos y pude sentir
como su cuerpo se aplastaba sobre mi pecho. Al igual que yo, sudaba y en la
cara y el pelo se veía que acababa de levantarse. Cogió la botella de leche de
mis manos y se dio la vuelta para tomar de la alacena un vaso y un bote de
colacao. Al alzar el brazo me mostró parte de un par de nalgas firmes recogidas
en unas bragas blancas de algodón.
-"Acabáis de llegar ¿verdad?
Me habéis despertado al aparcar. Aunque, la verdad es que cuando sale por ahí
duermo poco."
- "Si, hemos llegado
hace unos minutos, pero su hija ya está dormida."- acerté a decir
Puso una mueca de disgusto
- "Esta chica nunca
aprenderá, no sé que vamos a hacer con ella. Sabes, no quiere estudiar y
tampoco veo yo que vaya a hacer nada de provecho en la vida. ¿Tu la conoces
mucho?"
- "No mucho
señora." - no quise decir "la acabo de conocer y, la
verdad, es que yo solo quería follar después de todo un año estudiando y su
hija parecía un polvo fácil", pero era lo que me apetecía.
- "Llámame Isabel. Ya
decía yo que no te conocía. Tu pareces mucho más educado que esos pelagatos con
los que la veo normalmente. ¿a qué te dedicas?"
Cojonudo, ahora me va a sacar el
padrón, pensaba, "vaya cagada"
- "Estudio Ingeniería
de Caminos"- Me ahorré lo de los Puertos y Canales, que siempre está
de más en una conversación.
- "¡Pero bueno, si eres
todo un portento!" - Ahora parecía que coqueteaba conmigo. Una mano
se posó sobre mi pecho y con la otra me daba el vaso de leche con colacao que
había estado preparando. Una madre, siempre es una madre
- "¡Uy! que pecho más fuerte
y los brazos ¡qué músculos!. Haces deporte ¿verdad?"
- "Estoy en un club de
natación."
Ya no me parecía el
comportamiento normal de la madre de una amiga, salvo por lo del colacao. Al
menos, yo no había tenido hasta ese instante ninguna amiga con este tipo de
madres
- "Ya veo y por lo que noto
no solo son los músculos lo que tienes duro". - y sin más decir
agarra mi pene por encima de mis bóxer y empieza a subir y bajar la mano.
- "Pobrecito si se te sale
del calzoncillo. Esta hija mía es un caso, tu que has venido aquí a comerte un
torrao y mira como te ha dejado. No te apures, no creas que es algo persona
contigo, la pasa siempre." - Mi cara dijo más de lo que yo quería,
por lo que rápidamente añadió - "Pero no te creas, que esto otro,
aquí en la cocina, conmigo, no ha sucedido jamás. ¿A ver que vas a
pensar?."
Nada señora, como creía que yo en
esos momentos yo era capaz de pensar.
"A ti se te ve a un chico
educado, no como esos gañanes con los que viene normalmente. Menudos
escándalos arman algunos cuando les deja con el calentón. Gracias a los chicos
de seguridad de la urbanización, que son bastantes discretos. Cuando se les
paga, claro... pero a ti se te ve otra cosa. A ti te voy a ayudar porque veo
que los jóvenes de ahora, mucho sabéis mucho de algunas cosas, pero en otras
parecéis tontitos. Dos jóvenes en desnudos en una cama y no sois capaces
de..." - Movió la cabeza expresando un reproche que no supe
interpretar a quien iba dirigido, a su hija, a mi o a los dos - "A
ver, déjame que te vea esa cosita."
¡Y me bajó los calzoncillos!
¿asombroso lo de esta mujer? Y tanto. A continuación, empezó a masturbarme, se
agachó y me dio un besito en la punta del glande. Un besito y después un lametón
y después... Después empezó a hacerme la mamada más impresionante que me hayan
hecho en mi vida. Chupaba todo el tronco de mi polla, desde los huevos hasta la
punta, mirando a mis alucinados ojos como si yo fuera su más preciado objeto de
deseo y cuando llegaba a la cima de mi apéndice, lo devoraba hasta los huevos
como si fuera un faquir. Si la saliva resbalaba hasta mi escroto, bajaba y la
recogía con su lengua. Se introducía un huevo en la boca, lamía el perineo y
subía de nuevo hasta el glande, con una dedicación y una lujuria que nunca
había visto en una mujer. Me había ensalivado todo el rabo y se la veía que
disfrutaba, siempre con una sonrisa picara en sus labios. Llegados a este punto
estaba claro que no estaba de más que la tocara las tetas. No iba a molestarse,
vamos. Eran duras y grandes.
- "¿Te gustan? me las
operé hace dos años." - me dijo con la misma naturalidad con que lo
decía y lo hacía todo - "Bueno mi marido gana el dinero y yo me lo
gasto, y si él no lo disfruta ... pues ya habrá alguien que las aprecie. ¿A ti
te gustan?"
¡Ostias, el marido! ¿Dónde
está?. Otra vez me debió de leer la cara, que esta vez reflejaba un
terror que solo la calentura conseguiría ocultar levemente.
- Ja, ja, ja. No te
preocupes, el cabrón se ha tenido que ir de "viaje de negocios" con
alguna de sus zorritas. Tu dime, te gustan mis tetas. ¿Son grandes, verdad? A
mí me gustan grandes. Hay quien dice que tan grandes parecen chabacanas y un
poco bastorras. Pero a mí me gustan así, será porque soy de barrio y nací con
ellas pequeñas. ¿A ti que te parecen?
Mientras decía esto las había
colocado una a cada lado de mi polla y me masturbaba con ellas. Una cubana como
Dios manda, si señor, y para que se deslizase correctamente de vez en cuando
escupía sobre ellas por lo que iban adquiriendo un brillo delicioso.
- "Que maravilla, mi niño,
vaya polla que te gastas. Esta va a dar mucho placer a la mujer que tenga la
fortuna de quedársela."
Yo hablar, hablaba poco, solo
pensaba "Joder, a una puta como tu se la daba yo tres veces al día,
como recomiendan los médicos con los fármacos".
Se la introdujo de nuevo en la
boca y empezó una mamada de vértigo. Rápidamente movía su cabeza hacia delante
y hacia atrás. De vez en cuando paraba y movía su lengua dentro de la boca
alrededor del glande. La saliva resbalaba por su barbilla, pero no parecía
importarla. Solo un objetivo parecía dirigir sus movimientos.
-"Dime ¿te gusta que te la
chupe?"
- "Si, mucho."
- "Pues vamos dímelo. A una
mujer, aunque te lo niegue, la gusta que le digan esas cosas. ¿Cómo quieres que
mi hija o cualquier otra chica se excite si no la pones en situación? No ves
que el deseo viene del cerebro. Venga dime algo de forma caliente."
- "Doña Isabel, me gusta
mucho como me la chupas."
Empezó a reírse con ganas
- "¡Vaya boquita más sucias
que tienes!" - Ironizó ante mi timidez - "Y no me llames Doña Isabel,
llámame Isabel o mejor Isa, que se te vea con confianza. O mejor llámame
zorrita o puta, algo cachondo. ¡Vamos!." - me apremió mientras seguía
chupando.
Cogí aire y...
- "Dios, que puta
y zorra eres, me estás volviendo loco." - dije con todo mi alma, pero
con gran timidez también.
Más risas, pero aunque me
intimidaba me resultaba simpática. ¡Cuánto me gustaba la madre de La Yesi!
- "Muy bien, mi
machote, parece que te animas."
Después de esto, no tardé mucho
en sentir que me iba a correr e intenté avisarla.
- "Doña Isabel," -
me salió de nuevo - "espere, que me corro."
Lejos de sacarla de su boca, me
puso las manos a la espalda y se la introdujo hasta el fondo del gollete. La
corrida, tras una noche con tantas emociones, fue de aúpa. Desde su garganta
llené su boca e incluso rebosó el recipiente. Se lo comió todo mientras me
miraba, hasta aquello que bajaba por su mentón lo recogió con el índice y
chupándolo de forma golosa me dijo
- "¿Quién me iba a
decir a mí al levantarme, que me iba yo a tomar un desayuno tan rico? ¿te
escandalizas? Mira, guapo", - me dijo después con tono docente -
"soy una mujer joven, que le gusta el sexo. A ti también te ha gustado y
yo no te juzgo."
Nada que reprochar a su
razonamiento.
- "Me casé muy joven
con un hombre mayor que yo." - siguió explicándose - "Es un
hombre deslumbrante, no es guapo ni elegante, pero donde está no pasa
desapercibido, arrasa. A mí me encandiló con su labia, su coche, sus regalos,
.... En fin con un mundo que yo no conocía. Era una chica despampanante, nunca
se me dieron bien los estudios y era ayudante en una peluquería de pueblo. Me
casé con Pepe porque sabía que era la única oportunidad de salir de esa mierda.
Con 19 años tuve a Yesi y luego a dos hijas más, siempre buscando el chico que
era lo que quería el padre."
"Tampoco me puedo quejar,
supongo que esto es lo que quería. Ya ves nuestra casa, aquí trabajan cinco
personas y tenemos más dinero del que nunca habría pensado. Siempre se le han
dado bien los negocios y conoce a un montón de gente que le proporcionan buenos
contratos. Tenía una pequeña cuadrilla junto con su padre con la que hacía
casas en La Manga y ahora es el dueño de XXXX S.A"
¡Ostias con Pepe, debía ser José
Antonio Martínez del Mazo, el constructor! Allí le conoce todo el mundo.
- "Sí, impresiona su nombre,
pero para mí es un gilipollas que no se entera lo que pasa en su familia. Y ya
no te hablo de mí, si no de sus hijas. Ya has visto a Yesi, que futuro la
espera. Sin estudios, sin espíritu para enfrentarse a la vida. Se casará con
algún chuloputas o terminará drogadicita o las dos cosas a la vez. Y las otras
niñas, yo que sé, tal vez peor"
Vaya mal rollo ahora. Conflictos
familiares entre madre e hija y yo en el medio, pero dado lo que acababa
de pasar supongo que hubiera sido descortés dejarla con la palabra en la boca y
largarme.
- "A ti ¿que te parece mi
Yesi? ¿está buena, a que si?" - me preguntó cambiando de tema y de
tono de voz, mientras recogía los vasos del desayuno y los metía en el
lavavajillas.
- "Si es muy guapa,
señora, y tiene un tipo magnífico." - Como el que ahora podía ver de
ella.
- "Hay que educadito
eres. Y se viste como una puta ¿verdad?."
- "Bueno, es una chica
joven y tiene buen cuerpo," - medio mentí - "como
usted." - añadí sinceramente
- Ja, ja, ja - mi timidez le
hacía mucha gracia, pero yo no quería meter la pata - ¿Te gustaría verme
así vestida.? ¿Cómo a mi hija?
La verdad es que ya la estaba
viendo con menos ropa.
- "La quedaría bien
seguro."
- "Sabes yo me dedico a la
moda y la estética, no me digas lo que me sienta bien y lo que no. Tengo varias
tiendas de ropa y una cadena de estética y peluquería y, por cierto, tu
estarías mucho mejor sin tanto vello en el cuerpo. Sobre todo en la polla, que
te comes todos los pelos. ¿Tu que piensas?"
- "Quizás tenga razón."
- "No quiero decir que si de
depilo ahora. Solo la polla, de momento."
- "Hombre, Doña Isabel, no
querría molestar. Una mujer como usted..." Solo con pensar que
volvería tocar mi rabo empecé a remontar el ánimo.
- "¡Que tontería!, anda que
no he pelado yo chichis en mi etapa de aprendiz. Y tu polla ya la conozco para
que andes ahora poniéndote colorado." - añadió guiñándome un ojo -
¡Ay, mira que ricura! si ya empieza a empalmarse de nuevo."
Sin pedirme más opinión, me cogió
de la polla y tiró de mi fuera de la cocina como si fuera un perrito.
- "Ven a mi habitación que
vamos a quitar toda esa pelambrera y de paso te voy a enseñar un par de cosas
que nos gustan a las mujeres, para que luego las apliques por ahí con las
chicas o con mi hija, si es que te sigue gustando"
Su habitación está también en la
plata baja. Se compone de tres piezas, la alcoba con una enorme cama central,
un vestidor todo cubierto de espejos y un cuarto de baño. Cada una de ellas me
pareció tan grande como la casa de mis padres. El baño tenía una bañera central
enorme, de mármol. Se dirigió a un armario oculto en la pared y sacó un pequeño
carrito cuya parte superior acopló a la bañera y retirando una pequeña placa
dejó a la vista un mullido asiento de plástico.
- "Puede servir como bandeja
cuando te bañas o para sentarte en él. Así me será más fácil." - me
aclaró.- "Pero antes me vas a hacer un favor."
Abrió otra puerta, detrás había
una multitud de productos enormes. Parece mentira que haya tantas cremas,
jabones y demás potingues en el mercado. Sacó un bote de espuma, una cuchilla
de afeitar y una cajita misteriosa. Abrió ésta última y pude ver un frasco
trasparente de plástico que contenía un líquido también trasparente. Enroscó en
la parte superior un tubito.
- "Es un enema." -
me explicó- "Introduce la cánula por mi culo y ahora te cuento."
Se bajó las bragas entre risas al
comprobar de nuevo mis reacciones, pero todo lo hacía con una normalidad que a
mí me tenía hipnotizado. Puso su culo en pompa y me mostró un ano chiquitito,
sin un solo pelo en todos sus alrededores. Sin duda predicaba con el ejemplo.
La cánula entró con facilidad y empuje hacia su interior los 200 ml que
contenía el frasquito. Se incorporó y apretó sus nalgas para facilitar la
retención del enema.
- "Bueno, ahora te toca a
ti."
Me sentó encima de la silla y
empezó a extender la espuma, mientras apartaba mi rabo con la otra mano para
permitirse llegar a todas las áreas donde había pelos. Sacó la maquinilla y
empezó a afeitar mis parte pudendas
- "Deberías luego
depilarte todo el cuerpo, pero verás que bonita se te va a quedar toda la zona
y mucho más higiénica. Y más apetecible para jugar con ella."
Tenía maña, sin duda, y a mí toda
la escena me estaba provocando un calentón tremendo. Esta mujer andaba
sujetándome la polla mientras con la maquinilla y los deditos repasaba todos
sus alrededores comprobando el resultado de su trabajo. Difícil de resistir.
Al cabo de unos diez minutos,
cuando ya había casi acabado, Isabel se levantó con prisas, fue corriendo a la
taza del váter y empezó a soltar todo el líquido que yo la había introducido,
más otras sustancias que arrastraba el mismo. Estaba cagando, vaya, y
profusamente. Tiró de la cadena para paliar el inevitable mal olor, aunque
seguía soltando grandes cantidades de líquido por ese culito.
- "Esto te escandaliza. Te
parezco una guarra, ¿verdad?. Pues que sepas que las mujeres también cagan,
tontito. Esto que ves, aunque parezca lo contrario, lo hago por higiene."
Evacuó durante un par de minutos
más y volvió a tirar de la cadena.
Se duchó delante de mí en una de
las duchas que estaban al otro lado del baño tras una mampara transparente.
Limpiaba su culo con dedicación, seguramente demasiada, pues estuve un buen
rato viendo como deslizaba sus manos por su culo enjabonado, recreándose en su
raja y su ojete. Cuando pensó que estaba suficientemente limpio se vino de
nuevo a la bañera sentó al fondo. Dio a un grifo y un montón de chorros
empezaron a llenar la tina.
- "Bueno sorprendido, pues
estas son cosas necesarias para tener un sexo divertido y quítate esos remilgos
de la cabeza, que te vas a perder muchas cosas bonitas. ¿Es peor ver a una
mujer cagar, que meteros en la cama a follar sin duchar después de toda la
noche sudando? Guarretes."
Me seguía repasando los huevos y
empezó con los alrededores de mi ano. Cuando terminó me bajó de la silla y me
empezó a enjabonar como si fuera un niño pequeño, me aclaró y echo un vistazo
general toda la zona. Comprobó con la lengua que los pelos habían
desaparecido totalmente de la superficie y se dio por satisfecha. Si en su
etapa de aprendiz adquirió esta costumbre para comprobar la calidad de su
trabajo, debió de alcanzar una merecida fama por toda Cartagena
- "Ahora te toca a ti. Ven,
mira mi culo, te parece suficientemente limpio."
Agarró mi mano y la dirigió hacia
sus nalgas. Introduje la mano entre ellas y dirigí un dedo hacia su esfínter.
Ella me chupaba la oreja como una gatita y ya se me había aferrado otra vez al
rabo y movía la piel hacia arriba y hacia abajo lentamente.
- "¿Qué te parece soy muy
guarra o muy limpia? A que está limpito, puedo ser muy mala, pero limpita. Mi
culo esta limpito. ¿a que si? ¿te acuerdas como te deje antes la polla, bien
chupadita para que entrara en un coñito sin hacer daño? Ahora te voy a enseñar
otro truquito. ¿Quieres?"
- "Si Isa, lo estoy deseando."
- "Umh Isa ¡qué atrevido!
Casi me gusta más cuando me llames Doña Isabel. Me pone cachondita perdida, mi
niño."
- "Pues enséñeme lo que
usted quiera Doña Isabel."
- "¡Uy que malo! ¿a qué te
lo pasas muy bien jugando con la mama de Yeni?"
- "Muy bien Doña Isabel, se
sabe usted muchos juegos. Muy divertidos" - Yo ya me iba soltando y
empezaba a entrar en su rollo, pero Isabel nunca ha dejado de sorprenderme.
- "Chúpame tu ahora. A
nosotras también nos gusta mucho y eso nos permite meternos trancasgrandotas
como esa tuya."- Halagadora.
Se puso de espaldas y levantando
la pierna derecha me ofreció una visión perfecta de su coño, que, ciertamente,
no parecía necesitar más lubricación, pero me puse manos a la obra.
- "A que no le chupaste así
a mi hija, esto os habría ayudado mucho," - me aleccionaba de nuevo
- "pero con tantos remilgos perdemos todos, tontorrón."
Lamí toda la raja, degusté sus
fluidos e introduje mi lengua en su vulva. Chupé su clítoris como si fuera un
niño en un pezón y ella me iba indicando sus gustos.
- "Por ahí mi vida. Más
deprisa. No tan fuerte cariño. Métela más adentro así, así, que me estás
matando."
Cada vez hablaba más fuerte y con
la respiración entrecortada. Hasta que me agarró del pelo y me subió la cabeza
metiéndola entre sus nalgas
- "Y si me quieres chupar
aquí, otra entrada que te preparas para después."- Ya le daba al
agujerito con la lengua, cuando la oí decir casi entre susurros -"Y a
mi ésta entrada me encanta."
Estuve un buen rato dándole a la
lengua y ella hablando, indicándome cual eran las maniobras que más la
gustaban.
- "Es importante comunicar
que cosas te gustan y cuales no. No hay que tener vergüenza. Pica, pica así con
la lengua en mi culito." - me repitió en varias ocasiones y creo que
se corrió un par de veces a tenor de los chillidos que pegó
Pero me cansé de la lección. Me
iban a dar calambres en la lengua y ella parecía que no tenía fin en sus
enseñanzas. Así que me levanté envalentonado y dije.
- "Creo que ya está usted
bastante lubricada Doña Isabel, me gustaría penetrarla."
-"Ay pero que bien habla mi
estudiante. De puro educado me pones cachonda, ladrón."
- "¿Preferiría que la dijera
te la voy a meter hasta el fondo furcia?"
Se rio de nuevo y me contestó
- "Dime lo que quieras, pero
métesela ya a la furcia de Doña Isabel, tu putita preferida" - Desde
luego en descaro no la iba a dejar atrás.
Entró con suavidad, seguía de
espaldas y se encorvó más para que entrara hasta el último milímetro. No
perdimos el tiempo, los preliminares estaban más que cumplidos y yo al menos
tenía una imperiosa necesidad de descargar de nuevo. Nos golpeábamos con
fuerza. Ella empujaba hacia atrás y yo apretaba mi pelvis contra su culo. Sus
gritos iban en aumento.
- "Dame, dame" -
repetía - "más fuerte mi niño, con toda la polla."
El agua de la bañera chapoteaba y
salpicaba todo el suelo y cuando pensaba que ya estaba apunto, que me iba a
correr... Noté la presencia de una figura humana nos miraba desde el quicio de
la puerta del baño.
¡Ostia, La Yeni! En esta casa no
ganaba uno para sustos. Su cara reflejaba asombro y cabreo a partes iguales.
No sé cuanto tiempo llevaba allí,
pero cuando coincidieron nuestras miradas empezó a gritar.
- "No me lo puedo creer. Mi
propia madre con este cabrón."
Aja que paso???
ResponderBorrarJoa bro lo dejaste corto.....
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